Hetero cuenta su experiencia en un club gay de SEXO extremo
Un hetero cuenta su experiencia en un club de sexo gay extremo en una reseña de Yelp y el resultado es casi hilarante. Ay, estos heteros curiosos que no saben dónde se meten… y dónde pueden metérsela en un descuido.
Kyle W. es un hombre de Texas que estaba de viaje por Berlín y como le gustan mucho los “clubs de caballeros” vio que le recomendaban en la capital alemana un club llamado Berghain. Lo hacían unos londinenses que conoció en el bar de su hotel, y allá se fue con ellos sin informarse demasiado de lo que allí se encontraría. Ellos o dieron por hecho que Kyle era gay con ganas de rumba o prefirieron omitir ciertos detalles sobre el club gay de sexo extremo al que iban.
“Parecían normales y me dijeron que estaban preparándose para dirigirse al club nocturno más cool del mundo. Me doy cuenta de que es sábado por la noche… qué demonios. Así que les pregunto si puedo unirme”, explica Kyle. Cuando llegaron a Berghain, Kyle se dio cuenta de que la música “estaba demasiado alta”, pero lo que más le sorprendió era el público asistente: “miro alrededor y hay 3 o 4 tíos desnudos bailando a lo loco con erecciones. Decido ir a por una cerveza y me pregunto: ¿quizás estoy en la parte equivocada del club? Quizá esta es la zona gay. No. ¡Todo el club es la zona gay!”.
En el momento en el que Kyle decidió ir a por una cerveza y dejar atrás a sus acompañantes, las cosas se pusieron más intensas todavía: “de camino a buscar una cerveza paso al lado de un chico barbudo penetrando a otro tipo barbudo. Hay otro chico, y no estoy de broma… tiene su brazo, casi hasta el codo, ¡dentro del culo del otro! Pensaba que era un truco de magia o una ilusión. ¡NO LO ERA!”. Así fue cómo Kyle perdió su inocencia y descubrió muy de cerca el mundo del fisting.
Tras vez esta escenita, Kyle decidió que era ya la hora de largarse y volver al hotel del que nunca debería haber salido: “cuando me estoy marchando, me doy cuenta de que uno de esos londinenses tenía mi teléfono. Así que necesito ir a buscarle”. De camino al sitio donde había dejado a sus amigos, Kyle vive otra escena que le deja alucinando: “un tipo con pinta de nazi se me acerca con una inyectadora y hace como que me va a pinchar con ella. Salto hacia atrás y pienso en darle una paliza y él se empieza a partir de risa, y en un inglés muy malo me dice si quiero “chemical” para permanecer despierto y drogarme”.
Aún hay más, cuando Kyle pasa al lado de otro hombre que le pide un poquito de ayuda: “él se agachó y veo este objeto de silicona o goma saliendo de su culo. Casi no podía verlo. Entonces me explica que se había metido un brazo de goma con un puño allí y que se le había atascado. ¿Este hombre piensa que voy a ayudarle a sacarlo? ¡Lárgate de aquí!”.
Finalmente Kyle recuperó su teléfono y se fue como un rayo a la salida, pidió un taxi y regresó a su hotel. Su crítica termina así: “así fue mi experiencia en el club nocturno más cool del mundo. Puedo soportar muchas cosas, pero este lugar era demasiado. No volveré. Nunca”. ¿Estás seguro, Kyle?