Todo sobre el exhibicionismo

En 1877, Ernest-Charles Lasège, un médico e investigador francés, definió el exhibicionismo como un «desorden», sin embargo en su definición más actual en la quinta edición del «Manual y Diagnóstico estadístico de los Desórdenes Mentales» de la Asociación Americana de Psiquiatría sólo se considera un problema de desviación si se realiza sobre personas que no dan consentimiento o si la actividad llega a afectar la calidad de vida de quien la padece es entonces cuando debe ser tratado.

Es decir, hoy en día el exhibicionismo (o apodysofilia) se considera como una parafilia (nunca se debe llamar perversión ni enfermedad) es decir, un comportamiento sexual que requiere de ciertas circunstancias u objetos para obtener placer; en este caso, se busca exhibir las partes íntimas de manera pública. Para ser justos, hay que mencionar que las parafilias dependen de lo que se ve como correcto en una sociedad particular o sea que cambia con el tiempo y con el lugar. Por ejemplo el sexo oral y la masturbación fueron considerados parafilias en determinado momento. La inmensa mayoría de quienes disfrutan de practicar exhibicionismo son varones y existe mucha evidencia de que es un comportamiento que prolifera en la niñez y pubertad, lo que lleva a pensar que se relaciona con una inmadurez del aspecto psicosexual del individuo. En adultos específicamente se asocia con complejos e inseguridades.

¿Qué comportamientos pueden ser considerados como «parafilias»?

Existen debates hasta hoy en día sobre cuál es el límite para que alguna práctica como el exhibicionismo se considere como nocivo, y no tenemos una respuesta precisa. Sabemos que hay tres condicionantes para que un comportamiento se clasifique como parafilia y según el caso pueda ser tratado:

  • Que esa práctica sexual sea la única forma en la que un individuo encuentre placer
  • Que cause daños de cualquier tipo (físico, mental, económico, etc)
  • Que las personas involucradas no participen de forma consensuada.

Si alguna de estas tres condiciones no se cumple no se considera como parafilia, simplemente es una conducta sexual. Y simplemente debe procurarse que la práctica de esas fantasías no llegue a tomar control de el aspecto sexual del individuo. Piensa por ejemplo en Humbert Humbert, de Lolita, él es el retrato perfecto de una parafilia grave.

Particularmente el perfil de los exhibicionistas no es violento, de hecho dista mucho de alguien con carácter agresivo; algunos estudios muestran que la necesitan de mostrarse desnudos en público se asocia con episodios de depresión y con una necesidad de ser tomados en cuenta.

Una persona que se exhibe busca ser «sorprendida» y causar alguna reacción como curiosidad, interés o reciprocidad. Si por el contrario causan reacciones como indiferencia o risa, suele tener un efecto negativo en el individuo que la está cometiendo. Casi se excluye por completo las reacciones de contacto físico, o sea, el placer lo encuentran en la exhibición misma, no se busca más allá. Por supuesto, esto implica un atropello implícito sobre el espectador, este es el aspecto negativo.

Eso no nos hace propiamente exhibicionistas, sin embargo quien encuentra placer constante en la práctica de la exhibición debe ser consiente de que es un acto que es violento intrínsecamente y que puede tener consecuencias graves. Pongámoslo así, si alguna vez te dieron una nalgada y te gustó, eso no te convierte en un masoquista, simplemente sucede a veces y te gusta. No dependes de ello, no tiene consecuencias y no agrede a terceros, es una coincidencia feliz. En la otra mano, una persona con una parafilia es alguien que ha perdido el control y sus deseos rigen su conducta.

Desde otro punto de vista en Colombia y América Latina el exhibicionismo está penalizado, puede ser causa de arresto y sanción monetaria. Existen ciertas zonas de tolerancia como playas nudistas u hoteles para adultos en que la ropa es opcional, también hay que tener en cuenta la gravedad del acto, por ejemplo si te cambias en las regaderas del gimnasio y lo encuentras agradable está cool, pero si haces una exhibición en un parque público, pues ya mejor ve llamándole a un abogado; aún así no está demás remarcar que todo el asunto cobra otro nivel de gravedad y malicia cuando se realiza con menores de edad como espectadores, o sea, ya al bote, punto. Es importante que si crees que puedas necesitar ayuda acudas con un psicólogo profesional, no es un asunto sin solución y no estás marcado de por vida, pero si afecta a tu día a día tienes la responsabilidad de atenderte.

Mientras tanto yo sigo agradeciendo que el muchacho fume en su balcón en las noches… eso no me convierte en un voyeurista… ¿correcto? (Al parecer no aprendí nada después de haber escrito este artículo)

P.S. Este artículo no tiene como fin el alentar o desmotivar la práctica del exhibicionismo; simplemente pretende informar y aclarar las dudas al respecto. El exhibicionismo es una actividad exclusiva para mayores de edad y si se practica se debe ser consiente de las consecuencias que puede tener, es de cierta forma parecido al cruising: no es lo más sano, no es lo más recomendable y no está permitido ni por las leyes, ni por la sociedad por lo que puedes llegar a meterte en líos. Pero si lo practicas cuida del pudor del público frente a quien lo haces. La opción más viable sería que la práctica se limitara a sitios donde la desnudez sea aceptable, como en algún baño de vapor, en regaderas frente a adultos, o en algún lugar donde las personas no se ofendan ni lastimes la sensibilidad de nadie.

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