La ruleta rusa
Hacerse la prueba del SIDA es importante. Te tranquiliza. Te extraen sangre, esperas unos pocos días los resultados, da negativo y haces palmas. Nadie puede hacerle ascos a tal cosa. Hay quien puede comparar las pruebas del SIDA con mirarse el azúcar, o el colesterol o los lunares, por si alguno está creciendo más de lo que debiera, o hacerse un control de la vista más o menos periódicamente cuando no sabes si es cansancio visual o es que la edad ya casca, o así.
Sin embargo, si la vista falla, hay remedio. Gafas u operación láser y en unas horas estás viendo todo como el primer día. Si tienes azúcar, pues macho, di adiós al dulce y te consuelas dándole besos a tu chico, qué es mejor caramelo y es un almíbar ñoño que sólo afecta al corazón… positivamente. Si tienes colesterol alto hay santos remedios, si hay sobrepeso, a hacer ejercicio y a quitarse el pan de la cena, si se está cayendo el cabello, cada vez hay mejores injertos de pelo y oye, quién sabe, igual hasta te queda de vicio la cabeza afeitada. Si tienes SIDA, sin embargo, estás jodido.
Otra diferencia con el colesterol o el exceso de grasa o la caída del pelo, es que en mayor o menor medida, han venido solos. Uno muchas veces no sabe lo que come. No hay un ‘medidor’ que cuando se rebosa da señal de no más grasas hoy. O casi sí lo hay y hombre, a no ser que se seas muy cabezón o muy burro, todo dios sabe que mucha carne roja es mala y que la verdura y la fruta no debe faltar y que pescadito una vez en semana va de miedo y para los más listos, que una copita de tinto antes de irse a la cama, son buen aliado para el corazón. A veces los niveles crecen más de lo debido. Es como una chapa deformable. Devolvamos por debajo el golpito y vuelve a funcionar. Lo del pelo, pues nos han jodido los genes. Es como el color de ojos o el largo del pene. Llegábamos avisados.
El VIH, ya sabemos, no se pilla por accidente. Se pilla porque hay a quien le gusta el riesgo, porque han pasado el Stop sin mirar varias veces porque se conocen la ruta y las horas puntas y nunca les han dado una ostia y un día, pum, lo que tenía que pasar pasó. Pero también hay quien respeta las señales, no se salta ni una, pero un día iba con prisas y pensando que podía hacer un disparate sin riesgo, se arriesgó y, pum, tocó que ese día le tocaba.
Hay quien pilla el VIH porque iba a por ello. A pelo, bareback, que es más golosito, que a mí no me pasa nada porque hasta ahora no me ha pasado y quién me llevará la contraria. Y se la lleva el virus. Hay otros que más o menos respetan las reglas. De hecho lo hacen CASI siempre, pero oye, que una vez, pero sólo una, ¿eh?, porque íbamos con prisa, porque nos vino el calentón, porque la goma era más pequeña que mi pene y no había manera o porque con esa cara y ese cuerpo, qué coño va a estar mi amante infectado, y el polvo fue inolvidable y, pum, chocó contigo de costado el VIH.
La cantidad de millas conducidas no equivalen a los ceros de aumento en lo que te carga el seguro del coche por haberte fostiado. La promiscuidad tampoco es un factor de riesgo. No se trata de cuánto folles, sino de que lo hagas debidamente, y se folla indebidamente sin goma, una vez o mil veces, y una sóla vez basta para ser seropositivo para siempre, porque creedme, o se abre el cielo, o remedio definitivo no habrá para el SIDA en esta generación. No se trata de ser pesimistas, se trata de no jugar al cálculo de posibilidades de una variante que no vamos a poder controlar.
Como decía al principio, hacerse la prueba del SIDA es importante. Es una rutina tranquilizadora, sí, y cuanto antes lo hagas, en el peor de los casos, antes lo pillas, lo vas a tener igual de por vida, pero si nada se complica, vivirás por largo tiempo en lugar de tener las defensas y las tripas, de la cabeza a los pies, hechas trizas, pero si lo tienes, la prueba habrá demostrado lo que es esencialmente: Un diagnóstico perfecto, no una medida de prevención.
Prevenir es no hacer locuras, bajo ningún motivo, que en serio, que si no hay gomas no se folla u os las arregláis con el making out que da mucho de sí. Si tenéis un calentón espectacular y queréis algo en el culo, hay mucho por meter sin correr el riesgo de ser el último polvo sano de vuestra vida. El sexo es maravilloso, pero jugar con él peligrosamente, sabiéndolo, es como jugar a la ruleta rusa. ¿Quién os dijo que a vosotros no os va a tocar el tiro de gracia?