La representación gay en “La Bella y la Bestia” (2017) que NO nos representa

A un mes de que un filme LGBT ganara el Oscar a Mejor Película, Disney estrenó su nueva versión de Beauty and the Beast que muestra abiertamente un personaje homosexual en una de sus películas con proyección comercial internacional, lo cuál si bien es cierto es un avance considerando el conservadurismo de la corporación, es un hecho que vale la pena sentarnos a analizarlo.

Josh Gad, a quién podemos ubicar como la voz en inglés de Olaf en Frozen, da vida a LeFou, el  acompañante compinche de Gaston (Luke Evans) y que la empresa del ratón aprovecha para mostrar en él una visión de la homosexualidad estereotipada y anticuada. ¿No tengo que hacer notar que Gastón es un personaje hipermasculinizado, verdad? Otro sello de Disney, aparte de sus cuentos de hadas son sus conceptos rancios de la sociedad.

En la versión animada, LeFou era la parte más cómica y festiva de la historia, él dice sí a todo, hasta humillarse, con tal de engrandecer a Gastón. En esta versión, se le quita esa función alegre y se la dota de un rol sumiso para demostrarle su admiración al Capitán. ¿Por qué los homosexuales tenemos que someternos hacia una figura más masculina?  

LeFou muestra acciones caricaturizadas y amaneradas, con tal de enfatizar su afecto idílico hacia Gastón, en una subtrama que se presta para interpretarse ofensiva en lugar de las buenas intenciones que la productora intentaba mostrar. La cinta se preocupó más por integrar a todas las minorías posibles en la trama – en busca de ser políticamente correcta para todas las audiencias- que en buscar una adaptación más cuidada del clásico de 1991.

Seguramente el director Bill Condon, y su guionista Stephen Chbosky, ambos abiertamente homosexuales, presionaron a la empresa en introducir estos detalles diversos en la narración con la intención de darle una posibilidad a la comunidad LGBT de verse concretamente representada, en vez de buscarle subtextos a The Lion King, Cinderella o Frozen.

Además aparece otro personaje secundario que muestra gusto por el travestimiento, y que en una secuencia de poco menos de tres segundos termina bailando afectivamente con LeFou, quién lo ve con sorpresa pero con cierto agrado confirmando la sexualidad de ambos caracteres.

Estamos en 2017 y un personaje homosexual en un rol secundario como LeFou no debería de darnos tanto gusto, pues parece que le estamos premiando a Disney que después de ochenta años de realizar largometrajes animados por fin se muestre receptiva a mostrar explícitamente un interés gay, Pixar con miedo mostró una pareja lésbica en Finding Dory y no fue suficiente.

Gusto debería darnos cuando la empresa cuente la historia de dos príncipes enamorados, así como la obra de teatro de Perla Szuchmacher, “Príncipe y Príncipe”, que ha sido recibida con mucho agrado por el público infantil en cada una de las representaciones que ha tenido. Aunque bueno, si bien es cierto que la empresa animada ha buscado construir personajes más “feministas”, quizá si llegue un día en el que apueste por la diversidad sexual, y ahí sí, valdrá la pena emocionarnos.

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