Consejos prácticos para lavarse correctamente
¿Es necesario lavarse a diario? ¿Es preferible utilizar una esponja? Veamos algunos consejos ofrecidos por dermatólogos para optimizar la higiene personal.
La frecuencia ideal es una vez al día. Una ducha cotidiana permite eliminar los olores corporales, las bacterias presentes en el cuerpo y evitar el desarrollo de infecciones. Si nos lavamos menos, pueden aparecer micosis, concretamente en los pies y en las partes íntimas. Si se siente la necesidad de lavarse más de una vez al día, es preferible solo enjabonarse las partes del cuerpo que transpiran como son las axilas, y no las piernas ni los brazos, para evitar que la piel se seque en exceso.
Los dermatólogos recomiendan utilizar productos sin jabón para la ducha, llamados también detergentes sintéticos, que son menos agresivos que los geles y los jabones. Conviene comprobar que estos detergentes sintéticos o aceites limpiadores contienen un pH inferior a 7. En todo caso, hay que prestar atención a los productos que hacen espuma. Cuanto más espuma hacen, más agresivos son para la piel.
En cualquier caso, lo que hay que evitar es el agua caliente. Una ducha demasiado caliente elimina la capa protectora de la piel y la reseca. También puede ablandar los músculos, favorecer la aparición de micosis y aumentar considerablemente la presión arterial. Cuidado igualmente con las duchas demasiado frías, porque aceleran las pulsaciones cardíacas. Se aconseja regular la temperatura en unos 37 ó 38 grados, es decir la temperatura corporal.
No conviene dudar a la hora de tomar el tiempo necesario para enjuagarse correctamente, vigilando que no queden rastros de jabón o de gel de ducha sobre el cuerpo. Los productos están concebidos para ser enjuagados completamente, por tanto, no están adaptados para que duren largo tiempo sobre el cuerpo. Si se mantienen los restos de jabón a la salida de la ducha, la piel se daña y se reseca.
Evitar todo aquello que frote o rasque la piel. Las esponjas pueden irritar la piel. Solo las personas con pieles muy grasas deben utilizar una esponja, pero solamente en la espalda y en el rostro para un efecto desincrustante o exfoliante, para retirar los puntos negros, y esto de una a dos veces por semana. Pero en ningún caso sobre el resto del cuerpo.
Cuando nos damos un baño, tenemos tendencia a llenar la bañera de agua caliente. La piel está expuesta durante más tiempo a un agua caliente nefasta, lo que ataca las defensas inmunitarias.
La ducha ataca la película hidrolipídica de la piel, que tiene por misión proteger la epidermis de ataques externos. Este film permite, entre otras cosas, hidratar la piel a través de sus componentes en queratina, células muertas, agua o sebo. Por tanto, después de cada ducha, hay que volver a hidratar la piel aplicando una crema o leche hidratante.
Es muy importante escoger bien el tipo de jabón y de gel de ducha a la hora de la higiene personal. Pero no son los únicos elementos que agreden el cuerpo en el momento de la ducha. El agua tampoco es su mejor aliado. A una temperatura demasiado alta, puede ser realmente nefasta. Si se nota una excesiva sequedad de la piel, o la aparición de micosis sobre el cuerpo, la razón es probablemente la temperatura del agua.
Una ducha con agua templada es lo ideal para evitar estos desarreglos. Y si fuera posible, con un agua poco calcárea. Las aguas con exceso de cal son duras y resecan mucho la piel. Para no agredir el cuerpo, conviene controlar la temperatura y la calidad del agua. Esto es válido para todos los miembros de la familia, pero particularmente para los más pequeños.